Todo cambia, nada permanece.
Cuándo la única frase que recuerdo de mis clases de filosofía me golpea de repente en mi plena crisis de los 40.
Este mes cumplo 39 años, lo que significa que es mi último año de los 30. Además, suele ser unas semanas de introspección antes de pasar al siguiente año. Es algo que he estado haciendo durante los últimos años. Soy consciente que no he cumplido lo que quería hacer cuando tenía 20, ni cuándo tenía 30. Me ha bastado varios cambios este año para entender que no estaba preparado años atrás para esto y que resolver tus asuntos pendientes con 40 años no es quedarte atrás, es aceptar que no todos entramos en la misma vara con la que sociedad se mide. Y eso está bien.

Estudié bachillerato en los inicios de mis 20. Es decir, entré tarde para cumplir los requisitos mínimos de la sociedad española para tener trabajos más o menos interesantes. Tuve dos profesores de filosofía, uno super interesante, otro bastante plomizo. La calidad de los profesores durante esos dos años fue absolutamente genial, sin embargo, a diferencia de hoy, filosofía no me parecía una asignatura a la que le podía sacar provecho. Me parecía bastante aburrida pero ahora entiendo que es como cuentas la historia, no la historia en sí.
Una de esas líneas de esa historia me ha golpeado bastante - con cariño - durante este año: todo cambia nada permanece (Heráclito). Y es que este año estoy experimentando más cambios que nunca en mi vida. Comencemos.
Hace un año aproximadamente descubrí que el arte es morirte de frío es algo a lo que quiero dedicar mi vida, especialmente fotografía. Hay muchas razones por las que considero que la fotografía es un instrumento artístico para mi sanación, en la que entraré a hablar más adelante (o a escribir) en el futuro. Desde entonces no he dejado de pensar en como profesionalizarme y eso me ha llevado a ciertos descubrimientos y altibajos; por ejemplo, necesito nutrirme de artistas y gente emprendedora y es más complejo y largo de lo que parece. Este tema es cada vez más importante para mi; conocer gente afin me moldea como persona, me beneficia o me perjudica.
Mi pareja de entonces fue la que instigó esa necesidad de vivir la vida para crear y rodearte con gente con esas necesidades. Además no sólo eso, sino también inspirar a gente a crear y desarrollar ese potencial oculto. Fue una relación ligeramente caótica pero estoy eternamente agradecido por concederme esa oportunidad a cultivar mi arte y mi crecimiento.
Cuándo llegué después de mi viaje me vi rodeado de gente desconocida - y algún conocido - tomando cervezas en un Montaditos. Lo importante está en los pequeños detalles dicen; y para mi el pequeño detalle es que ya no me sentía dónde si estuve 7 meses atrás. Sentía viéndome desde fuera, observándome a mi mismo adaptándome a algo que no era para mi.
Entonces adapté mi vida para vivir con mi ex-pareja. Ella que no era de Europa tenía que buscar maneras de poder quedarse aquí si quería y yo estaba planteándome casarme con ella incluso para poder estar juntos. Mientras las semanas pasaban buscábamos lugares para poder estar juntos. Sin embargo había algo cociéndose lentamente que no salía a refrote: ni ella quería anclarse a mi, ni yo estaba seguro que fuera lo mejor adaptarme a la situación.
Nos vimos en su país y disfrutamos, pero también descubrimos nuestras sombras. Muy largas. Aquellas que eran incompatibles para crear una vida en conjunto. La vuelta fue amarga. Supe en parte que la relación no estaba pasando por sus mejores momentos. Lloré de incertidumbre. Era la primera vez en años que tenía una relación y a la vez era consciente que no iba durar mucho más. Pensaba, con casi 40 años y no he tenido relaciones estables. JO-DER.
Veréis. Estoy en una situación en la que me planteo que todo lo que hice hasta día de hoy no era mi verdadero yo, si no un personaje que se adaptaba a todo lo que ocurría y obviaba lo que el corazón me pedía. Algo diferente. Pero el miedo, mi amigo, es bastante pesado.
Una noche cualquiera de Mayo a dos semanas de enfrentarme a un nuevo cambio con un trabajo nuevo en un país nuevo, mi ex-pareja y yo hablamos. Salió el tema de ‘no te echo de menos como tú a mi’ y tras lágrimas y una conversación poco agradable y ligeramente agresiva, lo dejamos. Desde entonces no volvimos a vernos ni hablar.
Mi vida cambió. Tenía tantos planes y ninguno se iba a llevar a cabo. Sin embargo, me sentía bien. No sentí dolor, ni enfado, ni frustración. Sólo sorpresa por las maneras. Creía que había madurado y había aprendido a aceptar estoicamente que todo cambia nada permanece, o al menos es lo predicaba a mis amigos.
Nada más lejos de la realidad. Un día me llama una conocida para un intercambio de idiomas; mi mente soltera y poco acostumbrada estas situaciones, pensaba que la intención era otra. No tenía ganas de quedar pero acepté a desgana.
Salgo de casa. Espero. Llega la chica. Me siento y me noto raro, confuso. Pido un zumo de naranja y diez minutos después lo traen. En el transcurso de la espera noto que se me empieza a acelerar el corazón. Le doy un sorbo al zumo y no puedo concentrarme en la conversación. Manos frías, pies fríos, sudores fríos. Me disculpo y voy al baño. Siento que voy a vomitar y que me voy a desmayar, o al revés. Salgo y le pido perdón pero no puedo quedarme. Las sensaciones duran entorno a un par de horas, no puedo relajarme. Todo parece que está acelerado. Acabo durmiéndome.
Al día siguiente fui al hospital. Pronóstico: mi primer ataque de ansiedad.
Heeeello, my dear friend.- me dio la bienvenida con acento germano, por que sí.
Desde entonces no soy el mismo. Mierda, más cambios. No puedo juntarme con mucha gente y cuando estoy en una situación incómoda mi corazón se acelera, tengo que parar y concentrarme en la respiración. Tomé tantas cosas por sentado en mi vida que no caí en lo rápido que puede cambiar. He de adaptarme a la situación. De nuevo.
Con esto me fui a trabajar a Irlanda. Irlanda es una país maravilloso pero el trabajo no lo fue. Desde el inicio mi intuición lo dijo. Cómo lo dijo? A través de mi estómago, que es cuándo la ansiedad empieza a aparecer. No la escuché y dos meses después acabé dejando el trabajo a la fuerza; me despidieron por falta de compañerismo (sic). La falta de compañerismo venía de un grupo de gente que habló a mi espalda porqué no era un teamplayer. Venía de un grupo que cuándo volvía de fiesta gritaban en el pasillo contiguo a mi habitación cuándo al día siguiente tenía que madrugar (por trabajo o porqué quería salir a fotografiar). No les guardo rencor, lo hicieron lo mejor que sabían. Sin embargo, que a un grupo de personas no le gusté influyó en mi percepción sobre mi valía. Sentí, de repente, que algo iba mal conmigo. Nunca me había pasado esto; más cambios.
Volví a mi tierra. Me quedé unos meses leyendo y disfrutando del verano y la familia. Entendiéndome un poco y paseando por la playa. Tuve un par de ataquitos pero el mar y las olas se los llevaba con cariño y amor, como siempre. Gracias mar.
Fui adaptándome a la vuelta aunque mi corazón no lo sentía igual.
Desconocía es que la adaptación es un destreza muy potente que te ayuda a aceptar todo aquello que no estaba en tus planes. Sin embargo, la línea con el estancamiento es muy fina. Y yo notaba que necesitaba cambios en mi vida.
En Septiembre decidimos quedar para conocer al chiquillo de mi mejor amigo. Sin comerlo ni beberlo, noté mareos y tuve que explicar, por primera vez, que sufría de ataques de ansiedad desde hace meses (hacía tiempo que no veía a ninguno de los que estaban sentados en esa mesa). Qué aviso me estaba dando el cuerpo para que en estos casos que estaba cómodo surgiera de nuevo la ansiedad?
La gente se casaba, tenía hijos y prosperaba en su trabajo. Y yo no. Sin embargo yo no quería eso, porqué me vino ese ataque? Es decir, no es que no quiera evolucionar en esos aspectos pero no de la manera más convencional. Lo que que ocurre es que entré en una comparación en la que tenía que perder; compararme con alguien es un gasto de energía, pero además hacerlo con un estilo de vida no acorde es como querer ganar tiempo corriendo hacia atrás. Y por eso me ha venido los ataques de ansiedad, comprendo. Porqué me acerco a los 40 y no tengo lo que debería tener con mi edad. Porqué estoy esperando la aprobación de mi alrededor cuándo hago algo correcto y me convierto en un hombre de bien (que tirria me da esa frasecita)
Así que con el tiempo escuché a mis ataques y entendí que me estaba guiando hacia cambios. Ese todo cambia y nada permanece es un mantra para mi.
Mi corazón me pedía dedicarme a mi arte, mi cuerpo me pedía cuidado y mi mente me pedía sanación. Los metí en una batidora cósmica y de su resultado surgió la necesidad de irme a explorar otro país, de proseguir mis sueños como fotógrafo y conocer gente nueva afín, dejando atrás todo lo que he concebido con mi viejo paradigma.
Un día quedé con mis amigos y descubrí que no estábamos en el mismo plano. Decidí que era época de dejar ir y agradecerles por todo lo ofrecido pero, sin acritud, no hay más. Se acabó nuestra relación.
Además, mi relación con mi ciudad también llegó a su fin. Necesitaba enfoque en algo completamente nuevo y me abrí a nuevas opciones. Otras que me enseñen, que me nutran, que me reten y que además disfrute.
Locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes - Rita Mae Brown (sí, yo pensaba que era de Einstein pero al buscar esta cita parece que no, que es de esta autora)
A los que habéis leído hasta aquí muchísimas gracias,
a los que no, también muchas gracias.
A
.